Aunque estoy preparando una reseña, me apetecía hacer esta entrada primero. Antes de que alguien se me tire a la yugular, quiero aclarar que
NO ME REFIERO A TODOS LOS CAMAREROS DEL MUNDO (lo pongo en mayúsculas porque sé que más de uno sólo leerá el título y, hala, a comentar
y a cagarse en todos mis muertos),
sólo a los que son tan imbéciles como al que me encontré yo. Os explico.
Los hechos tuvieron lugar en un restaurante de un pueblo de la costa de Granada (Almuñécar, para más señas, donde medio Madrid veranea). No diré el nombre del mesón porque no me acuerdo, básicamente, no porque me importe un pimiento el local.
Nos sentamos en la terraza y, bueno, cenamos.
La comida estaba buenísima. Estuvimos toda la noche hablando de que teníamos que volver otro día, que madre mía que bueno está este rape, que me estoy comiendo hasta las verduras, etc. Un orgasmo para el paladar.
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Yo creía que sólo los gofres de chocolate me provocaban esta reacción, hasta que conocí aquel plato de rape. |
Llegó la hora de pagar. El camarero nos preguntó que si queríamos partir la cuenta, que si pagaba yo o que si pagaba mi novio (se me hace raro poner esta palabra aquí en el blog). Yo le miré, y le pregunté que si pagaba él, y me dijo que sí. Pues bien, aquí el camarero me soltó una perla que no se me va a olvidar en la vida:
"¿No decís las mujeres que queréis igualdad? Porque a la hora de pagar..."
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Erm... ¿Mande? |
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¿Perdona, me lo puedes repetir? Es que no me puedo creer que semejante SOPLAPOLLEZ acabe de salir de tu boca. |
Decir que me quedé a cuadros sería quedarme corta. Miré a mi novio con cara de
"¿de verdad ha dicho eso?" mientras todavía alucinaba pepinillos. El camarero se partía porque se consideraba muy ingenioso, y nosotros le sonreímos en plan
"je, que gracioso y gilipollas eres". Nos trajo la cuenta y nos cobró mientras yo todavía me debatía entre darle una respuesta o ahorrarme la saliva.
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En verdad tendría que haberle tirado la cuenta a la cara.
Y haberme ido sin pagar, por machista. |
¿Se puede ser más gilipollas, en serio? ¿A ti qué te importa quién pague, tonto de los huevos? Eso es problema mío y de la persona con la que voy. Mira como ni la cajera del supermercado, ni la camarera del restaurante chino, ni el heladero, ni el camarero del pub me preguntaron porqué le invitaba yo a él. ¿Por qué tengo que aguantar semejante impertinencia? ¿Por qué tuvo que arruinarme la noche de esa manera?
Lo peor es que antes ya me había encontrado con
este tipo de camarero:
un iluminado moral que tiene que enseñarle a las mujeres cuál es su sitio. Pero éste me tocó los ovarios más que el resto porque su restaurante me gustaba.
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¿Por qué tengo que toparme con tantos gilipollas machistas en mi vida? |
Os estaréis preguntando que si le contesté. Pues no. No lo hice porque estaba en estado de
shock. Pero podría haberle contestado un millón de cosas. La primera, obviamente, que a él qué mierda le importa. La segunda, que
pagar la cuenta NO me parece una prioridad en la búsqueda de igualdad entre hombres y mujeres. Llamadme loca, pero me interesan más cosas como que nos paguen el
mismo sueldo por el mismo trabajo (hola, El Corte Inglés), que tengamos el mismo tiempo de
baja por maternidad, que no me despidan por estar
embarazada, que no me traten como una criminal si decido
abortar porque mi útero es mío y no del Estado ni de la Iglesia, que nadie se sienta con el derecho a opinar sobre mi cuerpo cuando voy por la
calle, que tengamos la misma
igualdad de oportunidades que los hombres, que no me llamen mentirosa y victimista si me
violan o me
acosan sexualmente, y un largo etcétera que no pongo aquí porque sino en vez de una entrada me sale una tesis doctoral. Pero, eh, todo eso son tonterías en comparación con que las mujeres paguemos siempre la cuenta... ¡Dónde va a parar!
Esto pasó en septiembre, pero os lo cuento ahora porque este fin de semana pasado estuve hablándolo con unos amigos.
Hasta los tíos alucinaban con lo que soltó el camarero. Y mira que estoy acostumbrada a lidiar con machistas gilipollas por Facebook (mi primo y la mitad de sus amigos, para más señas), pero en la vida real no espero encontrarme a gente que suelte su opinión de mierda así tan a la ligera. Sobre todo si no la he pedido de antemano.
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Lo de tirarle el vaso de agua indignada rollo telenovela, me llama. |
Por si no lo he dicho ya,
no vuelvo a ese restaurante ni muerta. Aunque sea el último restaurante de la Tierra. Prefiero comer piedras o beber agua del mar.
Mi
pregunta para vosotros es:
¿soy yo la única que se encuentra a esta clase de camarero imbécil? ¿Sólo abundan en mi zona o hay más repartidos por el resto del mundo? ¿Si les pongo una reclamación en Consumo sirve para algo o se limpian el culo con ella como hizo
Jazztel? ¿Le respondo la próxima vez que me pase eso (porque fijo que la habrá), me callo y paso, o le tiro la bebida a la cara? ¿O le hago fotos al restaurante y me dedico a hacer una campaña de acoso y derribo en Twitter con
hashtags de esos?
Sólo espero que la próxima vez que me pase algo parecido tenga los reflejos suficientes para contestar y hacerle un
¡ZAS, EN TODA LA BOCA!...